En un programa televisivo escuché a un comentarista económico, con el cual coincido en muchas de sus propuestas, que “la minería es el pan del Perú”. El sector, sin duda, ha contribuido y espero lo siga haciendo al incremento de nuestras exportaciones y a la generación sustancial de divisas. Soy ajeno a posiciones totalitarias o fundamentalistas que se manifiestan en expresiones como “El Perú es un país minero”. No lo es. Tampoco, agrícola o turístico.
Somos un país multi productivo, multi étnico, multi cultural, donde la Diversidad es nuestro mayor atributo, lo que el presidente James Monroe habría considerado nuestro “Destino Manifiesto”. Para muestra un botón: el Perú es uno de los diecisiete países mega diversos, con 84 de los 103 microclimas que hay en el planeta, y condiciones para el desarrollo de todos los sectores productivos en sana convivencia, respetando normas y protocolos.
El pan es una adecuada representación del alimento, aunque no es, precisamente, un producto peruano pues su materia prima principal es el trigo, del cual no somos importantes productores, en cambio sí de la yuca y papa que serían sustitutos apropiados. La mejor evidencia de este simbolismo es que Cristo reprodujo panes y peces para alimentar a una muchedumbre durante una ceremonia matrimonial.
Si debemos utilizar una alegoría, la agricultura sería el pan del Perú, dado que produce 75% de los alimentos que consumimos; no obstante, más allá de aislados agradecimientos de la población, demandas extremas de gremios, y bonos asistencialistas del Estado, son escasas las voces que proponen políticas transversales, sostenibles y con visión de futuro para el sector: fusión en un solo programa del Estado aquellos que en forma aislada promueven la asociación, asistencia técnica, financiamiento y articulación a mercados, creación de un Fondo cofinanciado por el Estado para otorgar un seguro agrícola que proteja la inversión y crédito del pequeño productor, fondos de cobertura para acercar más la banca al campo (hoy, solo 5% de sus colocaciones están en el sector), incentivos para la reconversión de cultivos, gestión ante la SBS para que tipifique el “crédito agrícola”, centros de acopio para proyectarse a los mercados, marcas nacionales de nuestros principales productos, entre otros.
Aprovecho la hospitalidad de Efectividat para una recomendación en un sector que no me es extraño: Educación. A los niños en primaria, cuyas principales necesidades son la comprensión de lectura, redacción, ortografía, matemáticas, y por cierto valores, se podría implementar un sistema con determinados parámetros para que sus profesores sean sus propios padres o abuelos que están desempleados, jubilados o deben permanecer por cualquier motivo en casa, de manera que a los formadores se les otorgue un ingreso y a los menores se les ahorre el pago del colegio, validando este esquema a fin de año, y sirviéndoles para continuar sus estudios presenciales en el año siguiente, cuando culmine la emergencia.
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