El congreso--sometido desde el inicio mismo de la “presidencia” del Sr Alejandro Soto a un exigente y minucioso escrutinio, producto de indicios, convertidos en sospechas, tornados denuncias e investigaciones fiscales—contempla el abismo que lo separa de la confianza ciudadana, con un aire de incredulidad. Denuncian una “campaña de desprestigio” en lugar de reconocer que el desprestigio es producto del egoísmo de muchas de sus decisiones, comenzando con la de postular al cargo a personas con antecedentes—como mínimo—cuestionables. Sin embargo, hay esperanza en medio de la desilusión. En cada uno de nosotros, existe la capacidad de cambiar la narrativa y revitalizar el propósito fundamental de la política que es: servir al pueblo.
En lo que creyó sería un apodo denigratorio, el congresista Guido Bellido--durante una confrontación en una entrevista televisiva--dijo que yo era una especie de "Llanero Solitario", un personaje que estaba solo y que no representaba a nadie. Es más, señaló que por ser un “Llanero Solitario”, podía yo dármelas de impoluto y juez moral. Era una forma de defenderse de mi firme decisión—demostradas con hechos y no sólo palabras--de no ceder ante las tentaciones que amenazan la integridad y la ética en nuestro sistema político.
Aquellos que se han resistido a la corrupción generalizada en las distintas esferas de la actividad pública sabrán entenderme pues con seguridad conocen la soledad de quienes se atreven a denunciarla y enfrentarla. Pero, como se mostraba en cada episodio de la vieja serie de televisión, la fortaleza de un "Llanero Solitario" reside en su convicción, integridad y propósito, los cuales lo llevaban al final a la victoria. Imaginemos ahora un Congreso—ahora si con mayúsculas--donde estas cualidades fueran la norma, y no la excepción. Imaginemos un Perú donde la honestidad y la justicia prevalezcan en todos los niveles de gobierno y sociedad.
¿Es esto posible? Por supuesto que sí. Dentro y fuera del Estado hay muchos otros "Llaneros Solitarios", individuos que resisten la tentación y que trabajan incansablemente por un país más transparente y justo. Y es que, la corrupción no distingue entre partidos ni ideologías, y es responsabilidad de cada uno de nosotros enfrentarla sin vacilación. Por ello mi propuesta es simple: forjemos una red de "Llaneros Solitarios", un frente unido de políticos, ciudadanos y profesionales que se comprometan a erradicar la corrupción en todas sus formas. Unámonos para poner en marcha iniciativas, propuestas y acciones concretas que restauren la confianza en nuestras instituciones y generen un cambio tangible en beneficio de todos los peruanos. Juntos, podemos cambiar el rumbo de nuestra nación y devolverle la esperanza a nuestro pueblo.
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