Después de más de dos décadas, el gobierno de la Sra. Boluarte finalmente promulgó el 11 de noviembre pasado, la Ley 31928, que modifica la Ley 29625, ley de devolución parcial de aportes del Fonavi a los trabajadores que contribuyeron al mismo, así como a sus herederos en caso de fallecimiento.
Hay dos maneras de leer este tema: uno, estamos frente a una decisión de carácter finalmente burocrática mediante la cual se cumple tardíamente con el pago de una deuda debidamente acreditada y ratificada por el propio Tribunal Constitucional en más de una ocasión. O, dos, podríamos también leerlo como una gesta casi heroica mediante la cual un grupo de ciudadanos obtiene una victoria judicial, económica y política frente a un Estado indiferente, prepotente, acostumbrado a esquilmar a sus ciudadanos. Yo quiero desarrollar en esta columna de ANDERSON SIN FILTROS el carácter casi heroico de la gesta Fonavista.
En esta visión alternativa de la historia, lo primero que debemos destacar es lo inusual de los principales protagonistas: Miles de ancianos pobres o empobrecidos, protestando incansable y pacíficamente en calles y plazas de todo el Perú durante más de dos décadas.
Miles de ancianos que decidieron no quedarse en la simple protesta, sino que fueron más allá, organizándose, argumentando sus reclamos con criterios técnicos y legales, y haciendo un incansable cabildeo en el Congreso de la República –el actual y los que le precedieron este siglo– con el fin de obtener el apoyo político necesario para contrarrestar el desdén con el que rutinariamente los ha tratado el poder Ejecutivo, en particular, el Ministerio de Economía y Finanzas.
Miles de ancianos a los que ni la pandemia del COVID-19 (particularmente cruel con los Fonavistas) pudo doblegar, convencidos de la justicia de su causa. Después de todo, nadie ha podido jamás argumentar que su reclamo carecía de fundamento.
En efecto. El Fondo Nacional de Vivienda (FONAVI)creado por el DL N° 22591 del 30 de junio de 1979 para financiar préstamos para la construcción o adquisición de viviendas fue un total y absoluto fracaso, por lo que la decisión del Ejecutivo de devolverle sus aportes constituye una total y absoluta victoria de los “jóvenes” Fonavistas que, finalmente, podrán ver los frutos de su indomable voluntad.
La gesta Fonavista constituye todo un ejemplo de defensa de los derechos ciudadanos. Por demasiado tiempo los ciudadanos de nuestro país hemos aceptado con pasividad la actitud de un Estado burocrático, insensible, cooptado por intereses alejados del bien común, incapaz de proveer servicios básicos como la administración de justicia. Los ancianos Fonavistas nos muestran el camino para forjar un Estado al servicio de todos los ciudadanos. Sigamos su ejemplo.
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