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Carlos Anderson / Irresponsabilidad fiscal 

Carlos Anderson

Una caricatura es, a veces, mil veces más potente que un millón de palabras. Concluida la segunda legislatura del año, el caricaturista Carlín resumió lo acontecido durante las últimas tres maratónicas sesiones del pleno de manera magistral: ilustrando a un despistado José Arista, ministro de economía y supuesto guardián de la Caja Fiscal, mientras empresarios “mercantilistas” de los sectores de hoteles y restaurantes, así como del sector de la agroindustria salían felices de la caja fuerte llevando consigo sendas exenciones tributarias con el beneplácito de un desaprensivo Eduardo Salhuana, presidente del Congreso.

 

A la caricatura de Carlín solo le faltó agregar una que otra referencia a la farra fiscal introducida sin tapujos por un congreso que ya perdió todo sentido de pudor: un presupuesto que incluye gastos por un total de 251,801 millones de soles –equivalente a un 23% del PBI– cuando los ingresos tributarios apenas si se espera que alcancen el 15.3%.  Presupuesto diseñado para beneficiar los intereses políticos de los grupos representados en el congreso, comenzando por APP, cuyo presidente partidario tendrá la mayor porción de presupuesto, visto desde una perspectiva de distribución regional. Presupuesto que ni de lejos responde a los reclamos de la ciudadanía por un gasto mayor en materia de agua y desagüe (saneamiento) y seguridad ciudadana.

 

Presupuesto que –sin ningún intento de oposición por parte del ministro Arista, de la presidenta Boluarte o de algún otro miembro del ejecutivo–premia de manera desorbitada los requerimientos del propio congreso que lo aprueba. Así, el próximo año las bancadas representadas en la mesa directiva –Fuerza Popular, APP, Avanza y Perú Libre– tendrán acceso a más de 1,400 millones de soles (más del doble de los 650 millones del presupuesto congresal del 2021) para seguir contratando a sus ex ministros, ex congresistas y dirigentes partidarios en la asfixiante burocracia congresal, sin que se interponga por ahí algún remilgo de carácter meritocrático.  En estos casos basta y sobra el carnet partidario.

 

Resultado de todo lo anterior, más el despropósito de seguir financiando Petroperú sin exigencias de forma y fondo y uno que otro despropósito en materia de gastos de defensa es que por segundo año consecutivo volveremos a estar lejos de la meta fiscal –no digo del 2% original, sino del 2.8% autoimpuesto por el Sr Arista a quien estos temas de disciplina fiscal le resultan “odiosos”. El déficit de este año estará bordeando el 4% y los “expertos” señalan que no regresaremos en lo que resta de este malhadado gobierno a la senda de sostenibilidad fiscal. Como en muchos otros temas, habrá que esperar a un próximo gobierno para comenzar a recuperar la sanidad política, económica y democrática tan tristemente perdidas.


 

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