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Carlos Anderson / Un Plan Marshall para el Sector Salud

Debido a la extrema fragilidad de nuestra infraestructura de salud, evidenciada por el número exiguo de unidades de cuidados intensivos (UCI), ventiladores mecánicos, kits de pruebas moleculares, etc., así como por una logística atada de manos por la burocracia, corrupción e indolencia, hasta no contar con una vacuna o un tratamiento efectivo para el Covid-19 (mínimo dos años), seguiremos teniendo periodos intermitentes de encierro, con el consiguiente daño a la estructura económica del país.


Cuán largos o cortos han de ser dichos encierros dependerá de la rapidez con la que reinventemos nuestro actual sistema de provisión de servicios de salud—tanto en términos físicos como humano—para poder así enfrentar a tan terrible enemigo invisible.


Pero reconstruir a la velocidad del rayo un sistema de salud resistente, bien provisto, con un número suficiente de gestores logísticos eficientes, y doctores, enfermeras y técnicos de salud apropiadamente capacitados requiere antes que nada de “voluntad política”, de un fuerte liderazgo—tal vez de una especie de Zar de la Salud, debidamente empoderado—pero sobretodo de recursos materiales amplios para acometer la tarea. Requiere un Plan Marshall para el Sector Salud.


Los memoriosos entenderán de inmediato la alusión a un plan masivo de transferencia de recursos para solventar la guerra contra el mortal enemigo—durante la Segunda Guerra Mundial, ingentes recursos norteamericanos para solventar los esfuerzos de los aliados. En el caso de nuestra guerra con el Covid-19, la transferencia inmediata de recursos presupuestales para potenciar el Sector Salud, convertido en motor y motivo de la supervivencia económica del país en el corto, mediano y largo plazo. Porque— por si quedaba alguna duda—las pandemias se han vuelto inevitables y la resiliencia del sector Salud es y será nuestra primera línea de defensa. Entre 2011 y 2018, la Organización Mundial de la Salud (OMS), identificó un total de 1483 brotes epidemiológicos en un total de 172 países, entre ellos el SARS, el MERS, el N1H1, la gripe aviar, etc. El mundo post-Covid-19 se pinta, por lo menos, igual de azaroso y peligroso.


Pero presupuesto sin planeamiento es apenas una larga lista de lavandería. Urge por ello, diseñar un Plan Nacional de Emergencia Sanitaria y Reconstrucción del Sector Salud, ambicioso, con visión de los retos y oportunidades del futuro, multidisciplinario, comprehensivo, pero sobretodo—conocido por todos, con métricas de cumplimiento fácilmente verificables, y con un equipo altamente comprometido que en un esquema de Delivery Unit, bajo la dirección de un Zar de la Salud, haga que los planes se hagan realidad. Nuestro presente y nuestro futuro depende de ello.


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