(Artículo previamente publicado en el Diario Gestión)
Para salir del hoyo, lo primero que necesitamos es un horizonte y una estrategia. Esto requiere dos cosas: un estimado propio del MEF acerca del comportamiento esperado de la economía en los próximos 11 meses que incorpore los resultados que se esperan lograr mediante la serie casi infinita de garantías, subsidios, transferencias, programas, y alivios ya anunciados y/o puestos en marcha desde que el COVID-19 llegó al Perú. Y una exposición clara y meridiana de cómo ese conjunto de transferencias, subsidios, garantías y demás etcéteras constituye un todo orgánico capaz de sacarnos del hoyo en el que nos encontramos.
En segundo lugar, se requiere hacer ciertas cosas de manera diferente para lograr resultados diferentes. Reactiva I y II -a pesar de todos sus méritos- no ha llegado a quienes más lo necesitan: el universo de millones de pequeñas y muy pequeñas empresas que viven en el margen entre formalidad e informalidad y que son los principales empleadores del país. Éstas requieren créditos y atención personalizada de parte de quienes mejor entienden su riesgo: las entidades micro financieras (cajas y Edypimes).
Pero, para hacerlo en una escala infinitamente mayor a la que realizan hoy, las entidades de micro finanzas necesitan fuentes de fondeo amplias y a tasas mínimas (una especie de Reactiva III) o “capital fresco”. El problema con un Reactiva III es que no es necesariamente “un negocio muy atractivo”, por cuanto conlleva casi la obligación de trasladar los fondos a tasas con mínimo “spread”, insuficiente para justificar una estructura de costos que privilegia la atención personal. Preferible es impulsar las micro finanzas mediante la opción del “capital fresco”.
Aquí la idea es crear un “fondo soberano” que invierta directamente en las micro financieras que así lo deseen, comprando acciones hasta por un 20 por ciento de cada entidad, con opciones reciprocas de compra/venta (put/call) en un plazo de 10 años, con una determinada rentabilidad pre-establecida (TIR mínimo de 5 por ciento anual).
¡Imaginen la potencia que tendría una inversión de unos 500 millones de dólares en el sector de micro finanzas! La magia del apalancamiento podría convertirlos en unos 5 mil millones de dólares de nuevo financiamiento, con lo cual se evitaría que las micro y pequeñas empresas sigan quebrando, llevándose consigo millones de empleos al olvido.
Una tercera idea -relacionada con el triple objetivo de reactivar la demanda, fortalecer la infraestructura hospitalaria y el capital humano en salud- sería la transferencia inmediata al gobierno nacional de los 14 hospitales paralizados e inconclusos que se encuentran localizados en 7 regiones del país, transfiriendo a las regiones como “compensación” recursos equivalentes a los casi 2 mil millones de soles ya invertidos con el fin de que estas emprendan “nuevos proyectos”.
Dicha transferencia, mediante un Decreto de Urgencia que asigne claramente la propiedad de los 14 hospitales a la Nación, asuma (y aísle) plenamente las contingencias derivadas de las investigaciones por corrupción, incumplimiento por parte de contratistas, irregularidades o fallas técnicas, etc., sería inmediatamente seguida por un proceso de adjudicación -mediante el mecanismo de Obras por Impuestos- a un consorcio de empresas que aseguren tipo “combo” la finalización de las obras, el equipamiento, la selección, contratación y preparación del personal médico y la gestión administrativa temporal de los hospitales.
Claro que un esquema tan “fuera de la caja” requiere liderazgo, decisión y capacidad para desatar nudos burocráticos. ¿Que la Ley de Obras por Impuestos no permite inversión en proyectos en marcha? Pues, ¡a cambiar la ley! Lo que no se puede hacer es dejar que, en medio de la emergencia de salud, activos críticos como son estos 14 hospitales sigan siendo inutilizados.
Preguntarán: ¿Y qué pasa con los proyectos mineros o la gran obra pública? Pues no pasa nada, y poco puede pasar con un gobierno de salida y ese es el mayor problema. Pero mientras generamos consensos, pongámosles acciones a los buenos deseos. El país nos lo demanda.
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