Escribo esta columna un 28 de agosto, día de la Recuperación de Tacna al seno de la patria. La escribo imbuido de un verdadero fervor patriótico. Y es que, no podía ser de otra forma, porque aquí en Tacna se vive el amor por el Perú. Los gritos de ¡Viva Tacna! que acompañan el desfile anual de la bandera bicolor nos recuerdan no solo el dolor de la ocupación y la alegría por la liberación hace exactamente 95 años, sino también y sobre todo el compromiso de los tacneños por contribuir a la construcción de un Perú mejor.
Por eso declaro que un objetivo nacional debería ser “Tacnificar al Perú” como antídoto al desamor que significa la anti política instaurada y enquistada en prácticamente todas las esferas del poder. Probablemente me llamen “naive” o inocentón por hacer una propuesta de esta naturaleza, apelando al amor por la patria como antídoto a la corrupción generalizada y al desdén que manifiestan quienes gobiernan –desde todas las esferas del poder– por los gobernados.
Pero, es que no hay manera más efectiva de hacerlo. Quien verdaderamente quiere a su patria no destruye, no roba, no fomenta la desunión, no malgasta el tesoro público, no abusa de sus privilegios ni saca provecho de su condición de autoridad –elegida o nombrada – ni permanece impávido frente a las grandes necesidades de la población. Por el contrario, quien ama a su patria se preocupa por ella, construye, siembra futuro, educa, lidera con el ejemplo, se interesa por sus necesidades y trabaja arduamente en la búsqueda de soluciones.
En Tacna comienza la patria. Comencemos entonces por identificar las tareas que tenemos pendientes en Tacna y de allí hagamos lo mismo por el resto del territorio nacional.
Tenemos aquí cinco temas claves. Uno, la falta de una política pesquera regional. Ya pasaron 10 años del fallo de la Haya que nos reconoció un inmenso mar presto a ser explotado, pero, desafortunadamente, hasta hoy no se hecho nada. Dos, resolver las deficiencias del control fronterizo y poner en marcha una efectiva política migratoria para evitar casos como el del año pasado, cuando nos vimos superados por la invasión de ciudadanos venezolanos que, desde Chile, pretendían ingresar al territorio peruano. Tres, impulsar “la zona franca” de Tacna para transformarla de un área de libre comercio en una zona de producción de bienes de alto valor agregado. Cuatro, la falta de agua. Tacna necesita un esfuerzo mayúsculo para revertir la sequía que limita su potencial productivo.
Y, finalmente, comenzar algo que Chile ya inició y Perú no: el desarrollo de un complejo de oferta turística conjunta de Tacna y Arica para aprovechar el flujo de turistas que van a otras regiones del Perú.
En Tacna comienza la patria. Comencemos por solucionar estos problemas, pero hagámoslo “a la tacneña”, es decir, llenos de amor por la Patria.
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