“La pandemia más brava es la pobreza”. Indigente albergado de la Plaza de Acho.
Parece ser evidente que estamos en el inicio de la batalla pública por prever y mitigar los efectos de la pandemia en la seguridad alimentaria de millones de personas, sobre todo de los más vulnerables. Es responsabilidad de los estados conducir la respuesta, dar políticas y hacerlo con los agentes involucrados y con la comunidad.
La FAO ha enviado graves mensajes (1). Primero, la crisis mundial de la pandemia de COVID-19 ya está afectando al sector alimentario y agrícola. Esto requiere “adoptar medidas inmediatas para garantizar la continuidad de las cadenas de suministro de alimentos –a nivel nacional e internacional- a fin de mitigar el riesgo de perturbaciones importantes que tendrían consecuencias considerables para todos, en especial para la población más pobre y vulnerable”. Segundo, si bien “las interrupciones en la cadena de suministro de alimentos son -por ahora- mínimas, la situación ya ha planteado diversos retos logísticos…” Tercero, “para mitigar los efectos de la pandemia en la alimentación y la agricultura, la FAO insta a los países a satisfacer las necesidades alimentarias inmediatas de sus poblaciones vulnerables, impulsar sus programas de protección social, continuar con el comercio mundial de alimentos, mantener la cadena de suministro nacional y contribuir a desarrollar la capacidad de los pequeños agricultores para aumentar la producción alimentaria”.
Necesitamos implementar una estrategia clara y escalonada, por lo menos, en una perspectiva de corto plazo (2 años), que prevea y mitigue las posibles perturbaciones de la pandemia en la seguridad alimentaria y los medios de subsistencia, exorcizando las reacciones de pánico que afectan sustantivamente a los más vulnerables (2). La seguridad alimentaria se pierde cuando no hay disponibilidad física como resultado de un quiebre de la producción de alimentos o cuando se produce una crisis de ingresos, que por el momento es nuestro caso.
En el Perú, la estimación de personas con inseguridad alimentaria puede estar por el orden de un millón de personas en Lima Metropolitana y Callao, y hacia 3 millones en zonas urbanas (3). Sabiendo que el tiempo juega en contra respecto a las necesidades inmediatas ¿Cuáles son las familias de mayor vulnerabilidad por quienes empezar el apoyo alimentario complementario?
Los sin agua. 713,094 personas (4), que constituyen 199,188 familias (5), no tienen conexión domiciliaria de agua. Habitan en sinuosos, escarpados y múltiples bordes de la ciudad de Lima y Callao, y tienen alta vulnerabilidad económica y alimentaria. Son la primera prioridad. Su focalización es geográfica e indubitable, pero no exenta de desafíos para reconocerlos y registrarlos, en alianza con los gobiernos locales, que conocen bien su territorio, y con las dirigencias vecinales. SEDAPAL ya está, gratuitamente, proporcionándoles agua en camiones cisterna, sin lo cual hubiéramos tenido una crisis humanitaria inaceptable y explosiva.
Las banderitas blancas. A continuación, están las familias que han puestos sus banderitas blancas en zonas urbanas consolidadas, que pueden ser más de 300,000 personas, si tomamos como referencia al millón de personas reseñadas líneas arriba. La identificación de estas familias es una tarea más difícil, pero la inteligencia pública debería considerar la declaración jurada de las banderas blancas y tender a una priorización que se acompañe no sólo de estadística deficiente proveniente del 2017, sino del apoyo de las dirigencias vecinales, organizaciones de mujeres, ollas comunes y las parroquias, lo que implica un volumen enorme de transacciones. Los funcionarios públicos tienen que “latear” y arriesgar el pellejo si quieren seguir teniendo el honor de la función pública, siguiendo el ejemplo de Oscar Ugarte.
Necesitamos una respuesta de política pública, no voluntarismo o fuegos artificiales. Esto incluye una estrategia, financiamiento para la escala que se defina, operadores públicos, privados y sociales, y discurso claro sobre los objetivos, la forma de operación y la promesa real, afirmando también lo que no será y los límites de lo que se hará.
El sector privado. Ha tenido múltiples iniciativas mediante donaciones y apoyando experiencias de soporte a familias pobres a una escala pequeña. En una operación para 200 mil familias, con 400 mil canastas por mes, hablamos de un reto logístico. El tiempo juega en contra, porque cada día que nos demoramos muchos no pueden alimentarse. Es necesario su concurso en las fases de adquisiciones, armado fordiano de cajas de alimentos y distribución primaria y secundaria. En una operación logística donde tendrán que, sobre la base de su expertise, aprender a trabajar y reconocer los conocimientos de la comunidad y de los actores locales, entre ellos, las municipalidades.
Las municipalidades. Tendrán que trabajar fuerte en el reconocimiento territorial y empadronamiento de las familias, en primer lugar, en las zonas de carencia de agua, trabajando con las organizaciones sociales, y en la supervisión del apoyo alimentario. Una operación de este tipo es una forma de ganar tiempo hasta que el Estado, en alianza con el sector privado y la cooperación pueda armar un sistema de transferencias de base monetarias para alimentos, sin depender de los problemas de exclusión financiera, siendo más eficientes (6), reduciendo los costos de la asistencia, y poniendo en manos de las familias vulnerables las decisiones de consumo y promoviendo su autonomía.
Esta batalla no la vamos a ganar con pánico, sino con cabeza fría y corazón caliente.
Nota de autor. “Si la muerte pisa mi huerto” (Serrat). Con 435,166 personas sub registradas como fallecidos por Covid-19 en el mundo, 6,668 en el Perú, todos vamos sintiendo cerca, en nuestro entorno y familias, la estela oscura de la muerte. Sin dejarnos decir adiós, amadas personas nos dejan. Amadas nuestras o de otras que amamos. ¿Qué somos las familias? ¿Cuáles son nuestros contornos? ¿Por qué nos parecen sinuosos como mapas y brumosos los límites de lo que pensamos es una familia? La peste moderna nos quita la piel, nos reclina de pena, como un ramalazo medieval en el siglo XXI. Tal vez una familia es una comunidad, sin cartografiar, de afectos y reciprocidades. Hasta algún momento, Jorge Rodríguez, papá de los hijos de mi amada esposa.
(1) Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura - FAO (por sus siglas en inglés). Subrayado es nuestro.
(2) Op. Cit.
(3) Zegarra, Eduardo. La pandemia del COVID-19 y la inseguridad alimentaria en el Perú. GRADE.
(4) Benchmarking Regulatorio de las EPS 2019. Superintendencia Nacional de Servicios de Saneamiento – SUNASS.
(5) Considerando 3.58 integrantes por familia según INEI. Provincia de Lima. Resultados Definitivos. Tomo VI, Cuadros Estadísticos de Población, Vivienda y Hogar. Lima, noviembre de 2018. Cuadro Nº 1: Viviendas Particulares con Ocupantes Presentes, por Número de Hogares, Según distrito, rea Urbana y Rural, Tipo De Vivienda y total de Ocupantes Presentes.
(6) Programa Mundial de Alimentos. Transferencias de base monetaria para proporcionar asistencia alimentaria. 2016.
Comments