Es curioso destacar que esta cuarentena comenzó con un nombre que no le era apropiado, pues se señaló que era por 15 días, a la fecha el nombre tampoco le es apropiado por cuanto estaremos en ella cerca de 100 días. Pero más allá de este hecho anecdótico, debemos destacar otros puntos que nos han llamado la atención como, por ejemplo, el exceso de la producción normativa emitida por el ejecutivo durante este tiempo, entre decretos de urgencia, decretos supremos y otras, mediante los cuales se han establecido un conjunto de medidas económicas, sociales y sanitarias.
Un efecto inmediato del exceso normativo podría ser la confusión, la falta de transparencia y la deficiencia en la gestión pública, toda vez que, al generarse exceso de normas y constantes cambios, estos traerán consigo inacción por temor de muchos funcionarios, ya que es más probable el cometer errores, y por ende puede ser pasible de una investigación por el órgano de control.
Por otro lado, podríamos preguntarnos sobre la calidad de las normas que se emiten, por ejemplo ¿si esta gran producción normativa es lo ideal en tiempos como los que vinimos, de estado de emergencia?, ¿Cuántas de las normas emitidas pueden o podrán ser cumplidas por todos los ciudadanos del Perú?, ya hemos podido apreciar los resultados del bono universal, que no llegó a todos los que debía porque no estamos preparados para ello, también la reacción de la población ante la implementación de la reactivación por fases, etc ¿cuántas instituciones o entidades públicas podrán cumplir con todas las normas y protocolos impuestos para reactivar sus labores?, ¿cuántos municipios a nivel nacional podrán cumplir con las normas referentes a mercados, fiscalización y a las nuevas metas planteadas a raíz del COVID?, ¿tenemos las suficientes unidades de transportes para cumplir las normas dadas a raíz del incremento de actividades?
Finalmente, somos un país con más de 70% de informalidad y nos preguntamos ¿el gobierno está normando para ese 70%, o solo para el 30%?, ¿necesitamos data que nos permita normar menos y mejor. Gran parte de esa información está en los municipios y en los gobiernos regionales, con los empresarios y con las organizaciones civiles, los mismos que no han sido considerados para la emisión toda esta proliferación normativa. Hace poco pudimos escuchar dese el congreso como se cuestionaban los créditos a las Pymes señalando que no han llegado a las empresas pequeñas, pues la mayoría no calzan con la formalidad que se les exige.
Esta pandemia puede ser una gran oportunidad para apoyar el cambio cultural y natural de conductas que se han comenzado a producir y con ella impulsar un cambio en la gestión pública, así como recoger y evidenciar documentalmente las lecciones que nos deja.
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