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Alfonso Velásquez / Cruzada nacional contra el hambre (2 de 2)

Hacia una cruzada nacional contra el hambre, con orden, dirección y unidad


El Programa Juntos, fue el logro conjunto de un programa social focalizado para apoyar a los más pobres y tamizado por el Sistema de Focalización de Hogares (Sisfoh) que evitó la filtración de las familias que no necesitaban dicho apoyo o subsidio. Además, se condicionó el acceso al cumplimiento de obligaciones por parte de los padres, que incluía también la identidad, recordando que la intervención inicial de Juntos fue en regiones donde el terrorismo tuvo impacto tremendo.


Este mecanismo de distribución de dinero condicionado, nos hace recordar las propuestas keynesianas de invertir para multiplicar el efecto positivo de dichas inversiones, es decir, multiplicar el efecto beneficioso de esta demanda que se le daba en base a esos incentivos.


Otro ejemplo es el modelo del Banco de Alimentos en nuestro país, que ha tenido resultados positivos en la llegada de los alimentos a las familias más necesitadas. Este banco tiene un rol muy importante en el futuro de la alimentación nacional y crear este tipo de organizaciones en las principales regiones de nuestro país constituyen una necesidad inmediata en donde la labor solidaria del sector privado, de la mano con organizaciones sociales y de bienestar (como ONG e iglesias) puedan tener un impacto cohesionado, focalizado a las zonas de mayor necesidad.


Ordenar la ayuda

Regresando a la actualidad. En este momento de inseguridad alimentaria, lo conveniente es alinear los bonos y los otros incentivos, que de manera desordenada y sin ningún tipo de complementación ni condicionalidad se vienen ofreciendo desde el Gobierno. Reorientarlos a través de una intensiva campaña promocional, para que se enfoquen en reducir las brechas económicas que generan inseguridad (en el 2020 la pobreza en Perú fue de 30.2% y ahora está en 29.5%). Atender prioritariamente la alimentación familiar es el desafío, hoy casi el 50% de peruanos están en situación de inseguridad alimentaria.


Recordemos que durante el primer año que el Covid-19 azotó a nuestro país, la crisis inesperada que se generó, motivó el fortalecimiento de la “red humanitaria”, formada por organizaciones civiles, religiosas, ONG, entre otras, dedicadas al bienestar social de la población menos favorecida. Hoy estamos nuevamente en un momento de grave crisis. Esta “red humanitaria” debe fortalecerse ahora, logrando que, a través de su acreditada organización, los aportes de las empresas privadas, la cooperación, la iglesia y demás contribución de alimentos que llegue a nuestro país, se logre distribuir oportuna y con los más altos niveles de efectividad.


“Es imposible garantizar la seguridad alimentaria por decreto. Se requiere de un trabajo planificado y articulado, en el que se ponga en evidencia el deseo y la participación solidaria de los gestores y la intención del Gobierno, de aprobar medidas de apoyo verdaderamente promotoras, que acompañen esta cruzada necesaria y urgente; cruzada que la sociedad civil peruana debe llevar adelante, para transitar en forma amigable y socialmente responsable, hacia una tranquilidad nacional”.


Resulta imperativo que el trabajo sistemático y colectivo de las organizaciones que se unieron con un propósito común, para generar bienestar en nuestro país, asuman hoy el liderazgo. Confiamos en que así sea.


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