
Deuda mundial: nuevo record histórico y sus mitos
Algunos mitos sobre deuda pública
Pero antes aclaremos. La deuda pública es lo que la administración pública (gobierno central, regional, local, empresas del Estado) debe a sus prestamistas. No es la deuda del país, es sólo la deuda del gobierno. En cambio, la deuda del país es la suma de lo que debe el gobierno, las empresas y las familias. A veces se escucha decir: “La Republica de Surinam está en bancarrota (bankruptcy)”. Esta afirmación es incorrecta. El que es o pudiera estar en bancarrota es el gobierno de Surinam, no necesariamente sus ciudadanos o empresas. Tampoco debe confundirse deuda pública con deuda externa. La deuda externa es lo que el país debe a los prestamistas de otros países.
Hay ciertos mitos o creencias sobre la deuda pública que se han extendido fuertemente en los últimos tiempos para justificar políticas de endeudamiento erróneas y generar pesimismo en la población. Veamos los más comunes.
Mito 1. “La deuda pública peruana es impagable”. Efectivamente. Tal como la del resto de países de nuestro entorno y de las empresas. Como dicen en la jerga financiera, todos están apalancados o endeudados y siempre estará ahí. La única condición es que ese pasivo o deuda no supere el nivel óptimo deseado para que el dinero ajeno sea rentable para el país o la empresa. Las empresas no crecen sin deuda, los países tampoco lo harán sin recursos ajenos. Así funciona el mundo real. Y seguirá así, nos guste o no.
Mito 2: “Hace falta ajustarse los cinturones -austeridad- para reducir la deuda”. En principio, para reducir la deuda pública, es necesario tener superávit fiscal o achicar el gasto público. De acuerdo a las evidencias empíricas esto casi nunca ocurre. Países como Estados Unidos, Francia, Italia, etc. jamás han tenido superávit. Alemania, Reino Unido, España, han tenido un pequeño superávit y por muy pocos años. Lo que sí se puede hacer es reducir la deuda pública como porcentaje del PBI, y para ello no hay otro camino que aumentar el crecimiento económico.
Mito 3: “Si la deuda pública supera el 90% del PBI el país entra en la espiral del decrecimiento”. El desarrollo de Estados Unidos desde la guerra civil (1861 -1865) hasta la actualidad ha sido gracias a los elevados niveles de endeudamiento público (Véase “La larga historia de la deuda de los Estados Unidos 1790 - 2011, Oficina de Presupuestos del Congreso). La relación deuda/PIB del gobierno federal es actualmente del 100% y se prevé que llegaría al 180% en treinta años. Japón arrastra desde hace muchos años una deuda pública superior al 200% del PBI y no pasa nada. El Reino Unido en los últimos 250 años ha tenido una deuda pública promedio del 100% del PBI, y muchos años supero 150%. Tampoco paso nada.
Deuda insostenible es la que no se puede pagar y esto depende no sólo de cuanta deuda tienes, sino de la tasa de interés que pagas y que la rentabilidad (económica y social) esperada sea inferior al costo de la financiación. En la Unión Europea existe el límite legal de deuda del 60% del PBI y 3% de déficit fiscal, sin embargo, casi nadie lo cumple (Véase el Tratado de Maastricht de 1992).
La deuda pública destinada a inversiones productivas es fundamental para el desarrollo de un país. No existe país alguno que se haya desarrollado sólo con recursos propios, mejor dicho, sin endeudamiento. El progreso de una nación requiere inversiones cuantiosas en infraestructura, capital humano y capacidad de adaptación al cambio climático. Por lo tanto, la deuda pública productiva con objetivos claros y una gestión transparente en el marco de una política económica de crecimiento creíble, es clave.
En cambio, una deuda improductiva y mal gestionada, puede provocar más endeudamiento y convertirse en una restricción financiera permanente que ralentice el crecimiento económico de un país. En estas condiciones, la deuda pública se convierte en un problema que exige una solución política para evitar dichas restricciones. En América Latina y el Caribe el grueso de la deuda pública ha sido claramente improductivo y una parte importante de su modesto crecimiento fue orientado al pago puntual de la deuda. De mantenerse esta forma de administrar la deuda pública, los problemas sociales (pobreza, hambre, desigualdad, exclusión) aumentarán inevitablemente.
Un apunte final
Los beneficios potenciales de recurrir a la deuda publica productiva para financiar inversiones estratégicas superan con creces cualquier costo asociado. La deuda que ayude o reactive el crecimiento económico es de capital importancia para el desarrollo de un país. Por ejemplo, China acaba de anunciar la emisión de bonos de larguísimo plazo por 140,000 millones de dólares para apuntalar su economía y crecer al 5% este año. La prédica de algunos economistas liberales desnortados (al estilo de J. Milei), de déficit fiscal cero, es pura demagogia. La prudencia fiscal (no es austeridad) es importante, no se discute, sin embargo, cual es el límite de esa prudencia, quien lo fija. Acaso no debe ser acorde a las necesidades de desarrollo del país.
Referencia:
El autor es profesor principal de Economía Financiera en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
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