El fantasma de la recesión económica acecha el mundo
La subida de tasas tiene efectos indirectos en el mercado de divisas. El dólar sigue apreciándose frente a otras monedas locales. Ante la subida de tasas más agresiva en Estados Unidos los inversores se van allí porque el billete verde se aprecia respecto a otras divisas como la peruana o el euro. De esta forma, compran más dólares, así que su valor sube, y nuevamente la oferta y la demanda.
¿Y en qué afecta eso a la inflación? Pues importamos petróleo, bienes de capital, fertilizantes y otros productos en dólares, y con una divisa local débil las compras salen más caras y ello agrava las tensiones inflacionistas (se llama inflación importada).
¿Y si el problema es de oferta?
Pero también se puede generar inflación porque la oferta de determinados factores básicos para la producción de otros bienes y servicios se encarezca. Por ejemplo, los derivados del petróleo, la electricidad, el gas o las materias primas como el trigo, los fertilizantes o el aceite de girasol (la energía, de hecho, es imprescindible en prácticamente todos los procesos productivos). Esto fue lo que sucedió en la crisis del petróleo de los años 70. En este caso, las posibilidades de actuación dependen de la capacidad de control que tenga un país sobre los precios o la producción de los bienes y servicios que impulsan la inflación.
Ahora bien, si la subida de tasas actúa sobre la demanda, ¿de qué sirve cuando el problema está en la oferta? Aquí se sitúa el epicentro de uno de los grandes debates sobre las continuas subidas de tasas por parte de los bancos centrales. Sin ir muy lejos, la principal causa de la inflación en el Perú, es básicamente, “un shock en la oferta”: la oferta mundial de petróleo y sus derivados, de los alimentos o insumos importados, etc. se ha reducido por las sanciones impuestas a Rusia por occidente y las tensiones geopolíticas. Además, los problemas en la cadena de suministros también presionan al alza los precios. Es decir, que la subida de tasas sea una herramienta de demanda no significa que no tenga efectos sobre una inflación de oferta. Mucho ojo.
La inflación en Estados Unidos está más vinculada a la demanda y es más fácil contener, a diferencia de Europa y algunos países de América Latina como Perú. El origen de la inflación en Europa no es un sobrecalentamiento de su economía, y, por tanto, atacar la demanda, encareciendo el precio del dinero, no es el camino para reducir la inflación. Lo que han hecho, es empujar la economía a la recesión.
De manera que, “las recetas” no pueden ser las mismas, cuando las causas de la enfermedad son distintas. Es esto, lo que no entienden los burócratas de los bancos centrales. Distinguir qué factores son los que impulsan los precios en cada caso es de capital importancia, porque las dinámicas que generan cada uno son distintos, como lo son las medidas para controlar su evolución y así combatir la inflación.
Reflexiones finales
La verdad es que no todas las economías necesitan subir tasas, una y otra vez, para sofocar la demanda y controlar el alza de precios. Una parte importante de la inflación mundial está impulsada por la oferta externa. Desafortunadamente, la miopía de los bancos centrales les impide ver esta realidad. Viven un mundo ficticio, por tanto, toman medidas equivocadas que causan penuria a millones de personas.
Están atrapadas y sus intentos de estimular la economía a través de la flexibilización cuantitativa (fabricar e inyectar dinero a mansalva al sistema) y la manipulación del precio del dinero ha fracasado estrepitosamente. Y lo vemos. Si sólo aceptasen que tenemos la enfermedad, en este caso: recesión/estanflación camino a una depresión económica, sólo, en ese momento daremos con el remedio y saldremos entre todos de la crisis. Al menos, podemos intentarlo.
Referencias:
El autor es Profesor Principal de Economía Financiera en la Universidad Nacional mayor de San Marcos y director del Instituto Internacional de Economía y Empresa. Este artículo también puede leerse en: www.alejandronarvaez.com
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