La UE27, en camino a una recesión económica inevitable
Una reciente encuesta a 600 inversores profesionales en toda Europa, llevada a cabo por la empresa CoreData Research, por encargo del gestor de fondos WisdomTree, ha revelado que el 70% de encuestados perciben que una recesión económica es el mayor riesgo al que se enfrentará la Unión Europea (UE27) en los próximos meses, seguido por la inflación (52%) y los conflictos geopolíticos (46%). Para conocer qué tan profunda sería dicha recesión, es necesario analizar al menos 3 factores clave: el precio de la energía, el precio del dólar y la economía china. En este artículo trataremos de explicar esos factores, para luego analizar los posibles escenarios que podrían darse en la Unión Europea.
Una recesión grave
El primer escenario, y el más probable que ocurra, sería una recesión grave. El Producto Bruto Interno (PBI) trimestral de Europa, luego del pico post pandemia, crece cada vez menos. El banco alemán Deutsche Bank, estima que el PBI de Europa en el 2023 caerá en un – 2.2% frente al -0.3% anterior. ¿Qué significaría este escenario para la UE27? Tendría amargas consecuencias: desplome de la inversión, el consumo, quiebra de empresas y familias y pérdida masiva de empleo. De hecho, una reciente proyección de empleo en Europa para el 2023 revela que el desempleo aumentaría en promedio de 6.6% a 7.5% para la zona euro, y de 6% a 6,6% para la UE27.
Ahora bien ¿de qué depende que ocurra este escenario? Eso dependerá de cómo evolucionen los 3 factores señalados al principio. Empecemos por el primero: la energía. Con el invierno la demanda del gas aumentará, tanto de empresas, como de familias, y, sí continúa el bloqueo a Rusia, será muy difícil contener el precio del gas en el 2023. En este escenario el aumento de la inflación es inevitable. Según Eurostat, la inflación promedio en la Unión Europa hoy es de 10.9%, con algunos casos más graves como el de Estonia donde la inflación llegó a 24.1%. Esto afecta hasta las más grandes economías de Europa, como es el caso de Alemania cuya inflación está en 10.9%.
El aumento de la inflación en este escenario nos lleva a analizar el segundo factor: el precio del dólar. Cuando una divisa, como podría ser el euro o la libra esterlina, tiene alta inflación, los inversores deciden deshacerse de sus inversiones en dicha moneda y comprar divisas fuertes como el dólar que es más segura. Y cuanto más se aprecia el dólar, más caerán las otras divisas.
La evolución del dólar Índex o índice DXY que mide el rendimiento del dólar estadounidense frente a una canasta de divisas extranjeras, muestra la fortaleza del billete verde. Cuando el dólar se vuelve más fuerte, automáticamente caen los precios de las otras divisas. En ese caso para evitar que los inversores vendan sus inversiones en libras o euros para refugiarse en el dólar, los gobiernos europeos tendrían que subir la tasa de interés de sus bonos.
Pero aumentar las tasas de los bonos trae dos problemas: el primero es que cuando aumentan esas tasas, las otras tasas también lo hacen, como, por ejemplo, la de los créditos hipotecarios o las tarjetas de crédito. Eso hace que las personas consuman menos y la economía se enfríe. Y el segundo es que los inversores prefieren colocar su dinero en esos bonos en vez de invertir en empresas, es decir, en la economía real.
Muchos de los productos que se consumen en un país son fabricados en otros países o se fabrican con materiales importados. Como los precios internacionales son en dólares, y si el valor del euro cae contra el dólar, los empresarios de Europa necesitaran más euros para importar productos, aumentado sus costos, produciendo luego, la llama inflación importada. Pero el problema no sería sólo con los productos importados, ya que las exportaciones también están en riesgo, y eso nos lleva al tercer factor: la crisis de la economía china.
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