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Alejandro Narváez / Desconexión económica (2 de 2) 

Foto del escritor: Alejandro NarváezAlejandro Narváez


Los efectos de la desconexión entre la economía real y la economía financiera

 

A diferencia de la economía productiva, que crea empleo y produce bienes y servicios que mejoran la calidad de vida de la gente, la economía financiera especulativa tiende a ser excluyente, beneficiando principalmente a aquellos que tienen acceso al capital y sofisticadas herramientas de inversión. Según el Banco Mundial (2021), el 80% de los empleos globales provienen de sectores de la economía real, mientras que la economía financiera representa un pequeño porcentaje de los empleos totales.

 

El modelo económico de más mercado y menos Estado, ha generado un desequilibrio estructural, en el cual la economía real se ve subyugada por los capitales financieros. En tiempos de crisis, el impacto se multiplica: cuando estallan las burbujas especulativas, las consecuencias recaen principalmente en la economía real, afectando los empleos, el consumo y los ingresos de la población general. A largo plazo, este sistema basado en la especulación crea un crecimiento económico insostenible y una desigualdad que erosiona la cohesión social y la estabilidad política.

 

Por otro lado, la desconexión entre ambas economías afecta negativamente a la clase trabajadora y a la clase media. La falta de inversiones en la economía real se traduce en una menor generación de empleos de calidad y en salarios estancados. De acuerdo con Piketty (2014), además, el aumento en el costo de vida debido a la especulación financiera y a las políticas de austeridad implementadas por algunos gobiernos para equilibrar sus presupuestos afecta directamente el poder adquisitivo de los trabajadores.

 

Algunas propuestas para mitigar la creciente desconexión

Regulación y Transparencia: Los gobiernos y organismos reguladores deben imponer límites más estrictos en el apalancamiento y en el uso de instrumentos financieros de alto riesgo. Además, la transparencia debe ser una prioridad, exigiendo a los inversores institucionales que revelen sus posiciones y estrategias de inversión para que los riesgos sean más visibles y gestionables.

 

Impuestos a las Transacciones Financieras: La implementación de un impuesto a las transacciones financieras, podría disuadir la especulación de corto plazo, reduciendo la volatilidad del mercado y promoviendo una inversión más estable y sostenible. Este tipo de impuestos, también conocido como impuesto Tobin, podría generar ingresos que se destinen a programas sociales de apoyo a los pobres.

 

Incentivos para la Inversión en la economía real: Los gobiernos pueden ofrecer incentivos fiscales y financiamiento a los inversionistas institucionales que destinen una parte de sus fondos a proyectos productivos en sectores clave de la economía, como infraestructura, energía renovable, salud y educación. Esto ayudaría a reorientar el capital hacia la creación de valor real y reducir la brecha entre la economía financiera y la economía real.

 

Algunas conclusiones

La divergencia entre la economía real y la financiera ha exacerbado la desigualdad. Mientras que una pequeña élite con acceso a los mercados financieros acumula riqueza, una gran parte de la población experimenta estancamiento en sus ingresos y oportunidades laborales limitadas.

 

La desconexión entre los dos sectores económicos es uno de los desafíos más complejos del sistema capitalista actual. Este fenómeno no solo beneficia a una minoría mientras perjudica a la mayoría, sino que también aumenta el riesgo de crisis económica y social.

 

La acumulación de riqueza financiera sin un aumento equivalente en el bienestar económico de la mayoría de la población puede llevar a la frustración social y la pérdida de confianza en las instituciones. En última instancia, un sistema económico equilibrado y justo requiere de una economía financiera que apoye y complemente a la economía real. Solo así se podrá construir una sociedad más equitativa y resistente a los choques económicos (241124).

 

 

Referencias:

El autor es Doctor en Ciencias Económicas y Profesor Principal de Economía Financiera en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos


 

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